En la semana del 15 al 20 de
junio de 2015 pusimos en práctica una nueva experiencia de semana bicicletera:
realizar un circuito, una “vuelta”, con etapas con salida en un lugar y llegada a otro distinto, que sería salida
del próximo día, para lo cual era necesario llevar una furgoneta que trasladara
los equipajes de un sitio a otro. Ello exige, además, que haya que turnarse
para conducirla. El objetivo, además de disfrutar de la bici y la naturaleza,
como siempre, era el ver si la experiencia resultaba exitosa, de forma que se
pudiera repetir en el futuro. Y lo fue, por lo que habrá próximas “vueltas”, de
lo cual se dejará constancia en este blog. La preparación de la “vuelta” fue
sencilla: Jesús Mari señaló los lugares de llegada (y al día siguiente salida)
para después buscar alojamientos y hacer el diseño y perfil de las etapas.
Fuimos 6 “cicloveteranos” los que
abordamos la experiencia: Jesús Mari (padre de la idea), Ignacio, Emilio, Nico,
José Ignacio y Mendi. Navarra es muy variada en lo que a su geografía se
refiere, y en cada etapa pudimos observar hasta tres tipos de entornos naturales
diferentes: bosque, montaña, campos de cereal, árboles frutales, … y cruzamos o
acompañamos al curso de casi todos los ríos que bañan Navarra. Así mismo, cada
una de las poblaciones por donde pasamos y paramos nos mostró su propia personalidad,
reflejada en su quehacer diario, sus habitantes, sus visitantes y sus monumentos; pasamos, además, por pueblos por los que discurre el Camino de Santiago. Cada etapa
estaba programada para cubrir del orden de 90 kilómetros, si bien, como se ha
indicado, al que le tocaba conducir ese día realizaba solo los dos tercios de
la misma, en dos partes, si era el segundo conductor, o todo seguido si era el
primero o el último.
No tuvimos ningún incidente, ni
grave ni menos grave, incluso ni pinchazos, por lo que en este apartado hemos
sido muy afortunados. Lo que si hemos tenido son despistes y descoordinaciones,
que si al principio causaban un pequeño enfado en algunos, inmediatamente lo
que causaban era risa: ir por el camino erróneo, no hacer caso a las indicaciones
del que lleva la furgoneta, que en esos momentos es el guía, perder cosas, y
afortunadamente después encontrarlas, etc. Si hay alguna cosa de lo que podamos
quejarnos, es del viento, que nos azotó de lo lindo casi todos los días.
Nico, optimista por naturaleza,
nos contagió de su felicidad, ya que repetía constantemente “qué bien”, “qué
rico”, “qué bonito”. Otra frase slogan, que queda para la historia, de la
Vuelta a Navarra fue “copón lingoterua”, expresión comodín que sirve para manifestar
satisfacción, sorpresa, disgusto, etc.
Mendi, entre ciclistas que están haciendo el Camino de Santiago
Jesús Mari
Ignacio
Mendi
La serpiente multicolor, con el "jefe de filas" a la cabeza
La crónica de la “vuelta”, día a
día es la siguiente:
15 de junio de 2015: Lekumberri – Monasterio de Iranzu
Desde Donosti fuimos 4 a Lekumberri (José Ignacio, Nico – alias el
Biki -, Ignacio y Mendi), en la furgoneta de José Ignacio, que fue el vehículo
que se utilizó para el traslado de los equipajes y de la bicicleta del
conductor, y de aquel, y su bicicleta, que echaba pie a tierra en las etapas.
Desde La Rioja (Arnedillo, más concretamente) vino Emilio, el cual recogió a Jesús
Mari en las inmediaciones de Pamplona. Nos reunimos en un bar de Lekumberri,
nos tomamos un café, hicimos el sorteo de turnos para conducir (en cada etapa
conducían tres, unos 30 kilómetros cada uno; de esta forma, al ser 6, un día se
conducía un tercio de etapa y al día siguiente realizabas toda la etapa en
bicicleta) y nos pusimos en marcha
para dar cuenta de la primera etapa.
La etapa tuvo tres partes muy
distintas: de Lekumberri a Etxarri (llano y siguiendo el curso de río Araquil),
de Etxarri a Puente la Reina (escarpado y bonito) y de Puente la Reina al
monasterio de Iranzu (con mucho viento).
Comimos en Puente la Reina, en el
Hostal del Peregrino. Después de comer subimos a la ermita de Arnotegi, en
donde Lázaro, el ermitaño, nos da una barrila (paliza, tostón, matraca,
monserga) sobre la fe; la subida a la
ermita tiene su aquel, con un tramo asfaltado, otro sin asfaltar y pedregoso y
el último de cemento pero con mucha pendiente, en el cual algunos echan pie a
tierra.
En el último tramo de la etapa se
produce la escapada de dos que van sin el plano de la etapa, y claro, se
equivocan de camino. Menos mal que los teléfonos móviles nos salvan en estas
situaciones.
En el monasterio nos duchamos y,
después, nos vamos a Abarzuza a tomar una cerveza haciendo tiempo para la cena, enzarzándonos en la misma,
cómo no, en conversaciones sobre política. Deglutimos la cena y a la piltra.
Salida de la Vuelta a Navarra en Lekumberri
Primera parada, unos hacen de mecánicos ...
... y otros descansan
Primeras rampas ...
... subiendo con alegría (las fuerzas están intactas aún )
Meta volante en Artazu, Ignacio pasa primero ...
.. seguido del grupo perseguidor
La subida a la ermita de Arnotegui ...
En la ermita de Arnotegui, con Puente la Reina al fondo
Cenando en el monasterio de Iranzu
16 de junio de 2015: Monasterio de Iranzu - Viana
La etapa tuvo tres sectores con
distintas características: del monasterio de Iranzu a Ancin (primero en bajada
y luego llana, con un viento soportable), la segunda con mucho viento y una
subida larga con porcentajes de hasta el 21% que, unido al viento, hace que
todos, salvo Emilio, echen pie a tierra antes de llegar a la cima, y la tercera
con una subida larga, pero tendida, seguida de una bajada larga, para gozar, hasta
Viana.
Comimos de camino un bocata que
nos preparamos con lo que habíamos comprado en la tienda de Abarzuza. En
Torralba del Rio paramos para tomar algo en un bar, y como no había, Francisco,
un lugareño, nos invitó en su txoko a una cerveza y cerezas de su huerta. En
Viana asistimos a la visita guiada (iglesias de Santa María, San Pedro y el
mirador de la villa), a la que tienen derecho todos los que se hospedan en la
villa. Después nos tomamos una cerveza dando tiempo a la cena, en la sidrería
Armendariz.
Agradeciendo la hospitalidad de Francisco
Visitando VianaAtentos a todos los carteles
Algunos se pararon a leer esto detenidamente
La puerta por donde entran los peregrinos a Viana
En la casa rural (mas bien era un piso) de Viana
17 de junio de 2015: Viana- Castejón
Este día el viento nos dio tregua
y pudimos disfrutar de una etapa llana, sin viento, sin mucho sol y sin calor.
Tuvimos un pequeño lío para encontrar el hotel, ya que no estaba en el mismo
Castejón, sino unos kilómetros alejado. El Complejo Castejón es un hotel
recomendable en relación calidad – precio, que además tiene un buffet con todo
lo que te puedes imaginar para comer (con un servicio de plancha para alimentos
que lo requieran) a un precio muy razonable.
Este día, ya que la etapa era llana
y se zurró, aunque paramos un buen tiempo en Lodosa a comernos un bocata y una
café o cerveza, llegamos al hotel con tiempo suficiente para ducharnos y bajar
a comer el buffet. Después siesta, visita y paseo por Baños de Fitero y Tudela,
en donde cenamos.
A la salida en Viana
Saliendo de Viana
De camino a Lodosa nos pasa la furgoneta
Parada en Lodosa para situarnos
En Baños de Fitero ..... tomando una cervecita
No es un marine, es Nico
Llaneando
Cerca de Castejón
El rezagado
18 de junio de 2015: Castejón – Figarol
La salida del hotel fue un poco
complicada, porque hay que circular durante un trecho por carreteras con
tráfico. En ese tramo pasamos al lado de un campo en donde, a nuestro paso,
salieron corriendo multitud de conejos. Paramos en Marcilla a repostar, junto a
su castillo, en cuyo foso se celebra el concurso de lanzamiento de azada (la
“rabiosa” le llaman). Desde ahí recorrimos varios pueblos de la ribera navarra
hasta llegar a Santacara, lugar de veraneo de nuestro lehendakari Matías, para
el cual nos dieron recuerdos la socorrista y la chica que lleva el bar de la
piscina. Santacara era el lugar de
cambio de conductor, pero como no apareció la furgoneta, los cicloveteranos
emprendieron una veloz carrera por las llanuras de esa zona hasta llegar a
Figarol, a donde se llegó con tiempo para comer en el bar que regentaba la dueña
de la casa en donde nos hospedamos. Siesta de rigor y, después, a visitar
Sádaba y el yacimiento arqueológico romano de Los Bañales.
Cenamos, un par de grandes
fuentes de chuletillas de cordero, en el
bar en donde habíamos comido y entablamos conversación con la dueña y su marido
(que es el alcalde del pueblo y se apellida Goñi, como nuestro Jesús Mari), los
cuales nos contaron que el pueblo tiene algo más de 50 años, que fue creado
para alojar a los colonos de la tierra, a los que se les daba tierra, casa, un
caballo y una vaca preñada, teniendo que entregar después el ternero que
naciera.
En Marcilla, ante su castillo
En Sábada, Ignacio preguntado a la alpargateraCalles de Sádaba
Castillo de Sádaba
Por las calles de Sádaba circulan los caballos .
19 de junio de 2015: Figarol – Burguete
La etapa se iniciaba en una zona
seca y llana, para terminar en la frontera con Francia, montañosa y húmeda.
Parada en Aoiz para comer el bocadillo que nos había preparada la dueña de la
casa rural de Figarol, más bebidas y viandas que compramos en el pueblo; un café,
después, para algunos y siesta en la hierba o en un banco del parque, que
utilizamos como comedor, para otros, como antesala de la parte final de la
etapa, en la cual nos encontramos los últimos kilómetros con llovizna y suelo
mojado. Los kilómetros van pasando factura y alguno echa pie a tierra para ser
recogido por el coche escoba.
En Burguete nos duchamos y nos
vamos a Roncesvalles, en donde acudimos a una visita guiada por los monumentos del lugar. Cenamos en Burguete
con animados debates en la sobremesa.
Parada en Aibar: Emilio
.. José Ignacio ..
... Ignacio ...
... Nico y Jesús Mari
A 7 kilómetros de Figarol, camino de Aibar
El grupo en un terreno escarpado
Nico y Jesús Mari se lo toman con tranquilidad
20 de junio de 2015
Última etapa de la Vuelta a Navarra, y como en cualquier
“vuelta” que se precie se deja para el final lo mejor: el kilometraje y la
dureza. Nico no es de la partida, algo le sentó mal.
La etapa fue de 105 kilómetros, con un terreno en bajada hasta las
inmediaciones de Pamplona, para, después, abordar la última parte por el valle
de Ulzama, terminado en un puertecito no exento de dureza, el cual puso a cada
cual en su sitio. Después de puerto, una vertiginosa bajada, en la que los que
se quedaron rezagados en la subida intentaban, arriesgando, cazar a los de
cabeza.
En Lekumberi comida reparadora y cada móchuelo a su olivo, unos para Donosti y
otros para Pamplona y Arnedillo.







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